Después del último desastre de una larga lista, Hope Latimore decidió que solo le quedaba una salida: entrar en un convento. Eso o aceptar el trabajo de niñera que su padre le proponía. El único problema era que, casualmente, su padre se había olvidado de mencionar quién sería su jefe: Ralph Browne, el hombre que durante los años de instituto había convertido la vida de Hope en un infierno.
Comenzaba a pensar que habría sido mejor elegir el convento, pero de ningún modo podía dejar a los niños en manos de aquel papá soltero. Puede que Ralph fuera sexy, pero sabía de niños aún menos que ella.