Los temas económicos son coetáneos con el Estado, e incluso, con el surgimiento de la humanidad. Pero solo a partir del siglo XVI empieza a
formarse y a desarrollarse un pensamiento estructurado sobre la materia a través de escuelas como el mercantilismo, fisiocratismo, liberalismo,
marxismo, keynesianismo, neoliberalismo, entre otros, que le han venido trazando derroteros a las actuaciones estatales en materia económica y social. Lo anterior, unido a fenómenos políticos, han dado lugar a las conformaciones de diversas formas de organizaciones estatales, siendo las más prevalentes la socialista y la capitalista o de economía de mercado. En este último modelo, el Estado orienta sus actuaciones, y la de los particulares, a través de la política económica, instrumento conformado por las políticas fiscal, monetaria y cambiaria; y entre sus objetivos la de propender por la redistribución del ingreso y la riqueza, procurar la estabilidad económica (control del desempleo, de la recesión e inflación), la búsqueda de una eficiente asignación de los recursos y crear condiciones para que haya crecimiento económico, como precondición para lograr el desarrollo.