En este libro el autor consigue establecer relaciones -en ocasiones de gran alcance sociológico- entre la ciudad de Barcelona y su condición de marica birracial o entre la arquitectura de los dark rooms y el tipo de prácticas sexuales que los hombres tienen en ellos. Su trabajo habla de deseo y consigue describir la experiencia de desear sin aislar lo que hay en esta de estructura patriarcal, de gozo subjetivo, de fiesta y de poder masculino. Critica las formas de discriminación y valoración sexual que sobre los cuerpos se establecen entre hombres, pero también sucumbe a ellas y las aprovecha y, sobre todo, expone diáfanamente estas contradicciones. Encuentra que los dark rooms tienen una estructura, que moldea y regula la sexualidad, y que no todo es posible en ellos, como le había sugerido la literatura que encontró sobre el tema: esta estructura es la oscuridad, propiciada por la complejidad arquitectónica, frente a la cual los sujetos no tienen de otra que plegarse o intentar subvertirla con tácticas deficitarias [Viviam Unás Camelo].