Es fácil tener una relación de amor/odio con la Navidad. Probablemente nos guste pasar tiempo en familia, las simpáticas representaciones del pesebre protagonizadas por nuestros hijos y las tradiciones que nos hacen acordar a nuestra infancia, pero también es posible que nos moleste el mercantilismo y el estrés de tantas expectativas. Pero reunirnos con nuestra familia alrededor de la mesa para celebrar y recordar el nacimiento de Cristo puede aportar una profundidad de significado que es difícil de alcanzar durante el año.