Siglo I de nuestra era. Un joven desciende de su pueblo y va a trabajar a un pueblo cerca de Brácara Augusta, la ciudad que los romanos construían en una colina. En la villa, el señor leía a Cicerón durante los intervalos de su siesta, la señora pasaba horas frente al espejo, disfrazando las arrugas con ungüentos fenicios, el hijo iba para el lado del Catavo encontrarse con su amada - una indígena que conocía las artes para encantar bueyes -, y la hija daba paseos con el joven brácaro por los límites de la villa seguida por los perros de aquella casa, que buscaban madrigueras de conejos. ¿Podría un brácaro aprender latín, enamorar a la hija de un romano y servir en las legiones del emperador sin olvidar su origen? Historia de amor y desesperación salpicada con condescendientes sonrisas a las cosas que el cielo cubre bajo la impasible mirada de los dioses.