¿Es admisible un psicoanálisis doméstico, desarrollado en familia, sin competencia y con genérico conocimiento de las reglas de ejecución? Por supuesto, no, pues hablamos de una disciplina muy compleja y controvertida. Sin embargo, el psicoanálisis causa bienestar al alma, y la psique del ser humano encuentra un lugar de expresión que puede facilitar la comprensión del inconsciente que se hace consciente.
Esta es la razón que empuja al protagonista a proponer a su esposa un análisis en torno a su psique hecho en familia, sin gastos y compartido como un agradable juego, aunque respetando unas reglas básicas propias de la disciplina psicoanalítica. Tras una débil resistencia, la mujer acepta. A partir de ahí, el lector se adentra en un relato que aborda diferentes acontecimientos de la vida del protagonista, que a la vez sirven para abordar grandes cuestiones existenciales y destacar aspectos de vida social, pública y privada, de la civilización occidental contemporánea.
Hacer psicoanálisis es, al fin y al cabo, sentir la necesidad de hablar de uno mismo, del propio mundo íntimo, con la palabra como herramienta para que el inconsciente se haga consciente. Eso sí, la palabra requiere a un interlocutor con quien enfrentarse, al tiempo que la psique se separa del cerebro, tomando un perfil incomprensible. La trama de la novela se muestra como un viaje por la psique del protagonista, un periplo que es posible hasta que su mujer tome la máscara de psicoanalista.